*Todas las semanas un nuevo caso de abuso policial es divulgado a la opinión pública. “Es pan de cada día”, dicen algunas mujeres trans.
Enterezas ha venido recopilando casos de mujeres trans trabajadoras sexuales del Caribe colombiano quienes denuncian hechos de brutalidad policial de manera sistemática en sus territorios. Generalmente, estas conductas se perpetran de forma continuada en el tiempo pues lo criminalizado es su ejercicio del trabajo sexual y los espacios donde lo ejercen. Incluso, una de las preocupaciones de muchas mujeres trans es la persecución que sufren por parte de los uniformados, lo que las obliga muchas veces a salir desplazadas de los barrios y territorios, por miedo a seguir padeciendo la victimización. La naturalización de esta violencia, destacan siempre, está reforzada porque la sociedad ya se acostumbró a tenerlas como chivos expiatorios porque las mujeres trans trabajadoras sexuales son etiquetadas como “transgresoras” del orden social y como “causa de males sociales”.
Queremos visibilizar 3 experiencias recientes y reafirmar que por muy sistemático y reiterado en el tiempo que esto sea, ¡no es normal! Las mujeres trans trabajadoras sexuales no tienen por qué estar obligadas a soportar violencias por parte de la fuerza pública, ni en las calles donde las agreden, ni en las estaciones de Policía donde las ignoran y suelen justificar lo que está pasando. El Estado colombiano persiste en la violación diaria de los DDHH de las mujeres trans, omite su deber de protección y garantía de no-discriminación, incumpliendo la normativa interna e internacional. El Estado colombiano incumple reiteradamente la Convención Americana de DDHH y las convenciones referidas a la Discriminación y Tortura. Presentamos tres casos de forma anónima pues ellas temen represalias en su contra:
Testimonio No. 1 |
(Mujer trans, Barranquilla, septiembre de 2020)
Testimonio No. 2 |
(Mujer trans, La Guajira, septiembre de 2020)
Testimonio No. 3 |
En 2019 volvió el terror, nos volvieron a poner panfletos, la policía se empezó a meter de nuevo con nosotras, en esa calle había mujeres y chicos gigolós que también ofrecían sus servicios, pero la policía nos la tenía montada a las trans: puro bolillo y pata. Luego los “chirretes” que nos vacunaban y nos roban la plata del producido y los celulares, nos atacaron con palos y piedras, se formó un alboroto y por ahí iba a pasando una patrulla de la policía que paramos para que nos ayudara y en vez de eso, le dieron el lado a los “chirretes” y nos maltrataron todas. Varias de nosotras terminamos con lesiones físicas permanentes a casusa de los impactos de las bolas de goma que ellos dispararon.
A una de las compañeras la tiraron al piso y le pegaron patadas en la cara y en el abdomen, otra quedo con una prótesis dañada por los impactos y tuvo que sacárselas y otra quedo mal de un oído porque le pegaron un tiro ahí. Este año no es que haya cambiado mucho la cosa, a algunos policías los trasladaron dizque para que creyéramos que la situación iba a cambiar, pero nada, siguen agrediendo. Nosotras no confiamos en ellos porque siempre buscan la forma de jodernos. (Mujer trans, Valledupar, octubre de 2020)