Mujeres LBT trabajadoras y cuidadoras: crisis de lo público y lo privado

2 de marzo de 2021. Los quiebres históricos, como la pandemia por COVID-19, continúan trazando la reiteración de las violencias y del olvido sobre las mujeres LBT, la regresión en la aceptación social de los movimientos feministas, la negación del encuentro físico para reparar, y el apoyo irrisorio de las entidades gubernamentales destinado a la protección de sus derechos.

Como reiteración de la vulnerabilidad de las mujeres, a lo largo de la historia el rol de ellas se ha condicionado a escenarios de silencio y desventaja. La asignación de espacios privados, como el área doméstica, la reproducción y el cuidado de la vida, las desvinculan de una participación en la esfera pública y la posibilidad del encuentro social que permita el intercambio de saberes, ideas y decisiones políticas en las que ellas transformen sus existencias. De este modo, se repliegan la invisibilización, las violencias y la privatización sobre las funciones de las mujeres en la sociedad.

Sin embargo, habitar la esfera pública no garantiza el respeto de la dignidad de las mujeres, y esto se refleja en las violencias ejercidas contra las mujeres LBT1 quienes, por no adherirse a unos marcos morales establecidos, que pretenden el control sobre sus expresiones de género y sus conductas sexuales, terminan siendo violentadas en las calles, muchas de esas veces por aquellas personas que deben protegerlas según los mandatos constitucionales. Así, las escasas oportunidades de subsistencia que se desarrollan a ojos de lo público como el trabajo informal y sexual, conllevan esa necesaria exposición a la violencia. 

Históricamente, los cuerpos de las mujeres han sido un espacio en disputa, un escenario a conquistar. Los cuerpos de las mujeres LBT han sufrido una persecución histórica que pretende arrebatarles sus identidades, sus expresiones de género y sus diversas formas de amar, tanto en ámbitos considerados públicos como privados. Las mujeres LBT han luchado para evitar ser despojadas de su subjetividad, construyendo modos de volver a sí mismas, de mantenerse consigo mismas a partir de la historia de las otras porque los daños personales son daños colectivos. La crisis de la pandemia ha profundizado en ese proyecto despojador de subjetividades diversas de las mujeres LBT que reciben formas de violencia correctiva o “por castigo” en razón de sus elecciones vitales. 

Dadas las problemáticas visibles, pero no nuevas en una sociedad continuamente en crisis, resulta necesario que desde los lugares íntimos de las mujeres con OSIGEG diversas resurjan maneras alternativas de politizar los espacios privados y públicos, integrando redes de apoyo que transformen los escenarios de violencia. Como nos ha dicho la investigadora feminista Emanuela Borzacchiello: “nuestras vidas tienen un potencial político transformador del territorio”2, de los lugares que se cohabitan, de los cuerpos de las mujeres LBT que se fugan de los roles asignados por un proyecto patriarcal.

La guerra contra las mujeres LBT no cesa, así como la lucha para erradicarla no debe parar porque a todas nos une la historia, porque en la acción de politizar el silencio y el abandono, ocurre una búsqueda para encontrarlas y encontrarnos en ellas. Porque cuando asumimos la responsabilidad que tenemos con las experiencias y las vivencias de nuestras antecesoras, amigas, amantes, hermanas, vecinas… damos la vuelta a los hechos que acontecen en lo privado para convertirlos en sucesos públicos. Ponemos la individualidad del confinamiento resaltado por esta pandemia, no como egoísmo, sino como llamado para volver a nosotras mismas, para vivenciar un adentrarse, un escucharse, un abrirse al mundo desde la introspección, y luego de habitarse, existir con otras.

Hagamos por nosotras lo que no han hecho los Estados bajo promesas fugaces. “El fin de la violencia contra las mujeres debe llegar desde abajo y desde las propias mujeres. No podemos esperar a las instituciones y al Estado porque este mismo es el máximo responsable de la violencia»3. Esta es una denuncia de la intimidad de la que nos han despojado y desde la que nos agreden. Es la suma de mujeres en continua vulneración; mujeres, lesbianas, bisexuales, trans, resistencias no contadas y  luchas incesantes.

Textos de apoyo

  1. Enterezas se suma al Luto Nacional por Feminicidios en Colombia https://enterezas.com/enterezas-se-suma-al-luto-nacional-por-feminicidios-en-colombia/
  2. Nuestros cuerpos son nuestros territorios, por Emanuela Borzacchiello https://www.revistadelauniversidad.mx/articles/bbbad2e3-e722-4c49-acf8-ecb2b9d4fe02/nuestros-cuerpos-son-nuestros-territorios
  3. La violencia como una constante en la vida de las mujeres, por Silvia Federici https://www.publico.es/sociedad/silvia-federici-violencia-constante-vida-mujer-capitalismo.html

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