2 de febrero de 2021. Durante los días 28 y 29 de enero del 2021 se realizó el XV Encuentro de la Jurisdicción Constitucional en Colombia, que en esta ocasión estuvo enfocado en la diversidad y el reconocimiento. Allí participaron grandes filósofas como Adela Cortina y Judith Butler, quienes nos inspiraron para escribir este artículo. A continuación, expondremos algunas de sus ideas y reflexionaremos sobre la importancia de tenerlas presentes en las luchas por los derechos y las libertades de las mujeres LBT.
Por mucho tiempo nos han hecho creer que el hombre es el centro del universo (antropocentrismo). Un hombre que, debido al uso excluyente del lenguaje, ha sido equiparado con toda la humanidad; negando la existencia de las mujeres, de las mujeres LBT y de cualquier persona al margen de esa categoría, e incluso de la naturaleza. Como desde este punto de vista, el mundo estaría pensado y hecho a imagen y semejanza de los hombres, las otras realidades personales no podrían contribuir en su construcción, entorpeciendo así un proceso relacional que implique el mutuo reconocimiento, una interdependencia corporal que sobrepase los límites del género y que confirme la igualdad social, de la que habla Judith Butler. Una conciencia de que existo por otrxs y con otrxs, de que mi vida nunca es vivida sola, que hay vidas que me sostienen y que hay vidas que sostengo. Que sostener es proteger, proteger es cuidar y cuidar es amar. Sin olvidar que en esa interdependencia, en ese habitar-se con otrxs, somos seres en relación con la naturaleza.
Y es en este punto donde traemos a la conversación a Adela Cortina, quien pone en discusión que el antropocentrismo sea el desastre de la naturaleza. Plantea que este no es el causante pero sí algo que debe cambiarse, abandonando la idea de que “el hombre es el centro del universo” (aunque en este caso se refiera a todos los seres humanos). Adela sostiene que el problema radica en el desprecio y el rechazo a las personas pobres (aporofobia). Ella nos dice que no todas las personas se ubican en el centro, sino unas pocas, unas concretas con poder político y económico, mientras que las demás, las que al parecer no tienen qué dar, no son reconocidas por otras personas y, por lo tanto, se dejan de lado, en el margen, en la periferia y no se les incluye en la vida social.
Aquí entran, por ejemplo, las mujeres LBT. Los seres, que más allá de estar excluidos por percibírseles como carentes de utilidad, han sido despojados de lo que les pertenece, de sus territorios y de sus cuerpos. Les ha sido arrebatada la posibilidad de reconocimiento, de reflejo en la diversidad y en la riqueza que alberga. Adela, caminando más allá, plantea una alternativa a la anulación del reconocimiento recíproco, que recoge humanidad y naturaleza, y la nombra biocentrismo. Propone, además, que el diálogo sea el vehículo para enriquecer la diversidad, respetando los mínimos de justicia.
Como sabemos, a las mujeres se les ha excluido de los espacios en los que se toman decisiones y se les ha negado la oportunidad de trabajar dignamente, de adquirir sus propios bienes y de ser autónomas económicamente, sin olvidar que estas desigualdades son más marcadas en las mujeres que se asumen como lesbianas, bisexuales y trans. Pero la capacidad de dar no debería reducirse a una cuestión material. Son las mujeres quienes sostienen el mundo de múltiples maneras, son las mujeres LBT las que enriquecen la diversidad en las formas de amar y de habitar el mundo. ¿Cómo no darle valor al amor y a la diferencia? ¿Para qué negar sus experiencias particulares en sus contextos específicos? Por el contrario, hay que alimentar sus luchas personales y colectivas. Así que invitamos a las mujeres LBT a continuar explorando sus propias vivencias y a reconocerse a sí mismas y a otras como pilares fundamentales en la construcción de vidas dignas en los territorios.
Esta también es una invitación a tener presente que todos los territorios y todos los cuerpos son espacios a defender por su valor intrínseco, acercando la lupa a cuerpos y territorios que han sido convertidos en objetos de aniquilación, por ser considerados inferiores, como los de las mujeres LBT. Sigamos resistiendo para enriquecer el reconocimiento de estas mujeres, de sus territorios cuerpo y sus territorios tierra, con los que promulgan un cuidado mutuo, un cuidado colaborativo, un cuidado feminista.
Para ver las charlas de Adela Cortina y Judith Butler, visita: