Un gobierno feminista: por primera vez, un gobierno feminista en Colombia es una posibilidad cercana

6 de abril de 2021. En el marco de la celebración de la Convención Nacional Feminista, ayer 05 de abril de 2021 en Honda, Tolima, se reafirmó la vocación de las mujeres para ocupar y transformar el Estado. Desde la diversidad de los feminismos colombianos, se empezó a tejer un camino de empoderamiento desde lo público para concretar una agenda feminista que compita electoralmente en las próximas elecciones presidenciales.

La potencia política de los feminismos radica en su capacidad democrática y transformadora, norte de los acuerdos que se están gestando para rodear a las hasta ahora candidatas presidenciales, Ángela María Robledo y Francia Márquez, quienes manifiestan su compromiso por trabajar por la vida, el cuidado y la transformación social. En el manifiesto publicado y leído en la Convención se parte de que “sin las mujeres la democracia está incompleta, sin el feminismo la historia colombiana difícilmente dejará de mirarse en el espejo roto de sus fracasos y ausencias.” Esto viene de la necesidad de construir un país justo, amoroso y comprometido con el futuro pues hasta hoy nuestro país ha sido gobernado de espaldas a los cuidados, de espaldas a la gente, de espalda a las mujeres.

El Estado que se pretende gobernar ha perseguido y criminalizado a las mujeres a través del delito de aborto; ha fallado permanentemente en su compromiso internacional de eliminar toda forma de violencia contra la mujer y proporcionar condiciones de equidad y justicia social. Por ello, los compromisos iniciales delimitados en la Convención giran alrededor de posicionar al Estado como cuidador y defensor, el reconocimiento del trabajo reproductivo y de cuidado como factor determinante de la existencia, la redistribución justa y equitativa, el cuidado y perpetuación de la naturaleza y su diversidad, la oposición a la agenda anti-derechos, la lucha contra las exclusiones y vulneraciones históricas, todo desde una perspectiva antirracista, paritaria y de descentralización de poder.

La unidad, según la candidata Francia Márquez, se gesta para superar problemas estructurales que han afectado especialmente a las mujeres. La tarea es hacerle frente a la política de guerra y de muerte, construir desde la juntanza en la diferencia, un camino de memoria, verdad y convivencia, se trata de “parir una política para la paz”.

Aunque los resultados de esta primera juntanza son esperanzadores, queda mucho trabajo por delante. Esta Convención tiene que asegurar la participación de las mujeres desde la diversidad, asegurar que las mujeres con orientaciones sexuales e identidades de género diversas tendrán una voz y en ese sentido, desafiar y oponerse a los feminismos trans excluyentes que no suman al proyecto democrático.

En esa misma vía, es necesario que se gesten acuerdos entorno al contenido político y transformador de un país de mujeres, hombres y personas no binarias. No se trata de colocar una mujer presidenta y ya o de hacer una campaña de sólo “mujer vota a mujer”, sino que se trata de generar políticas de contenido feminista, igualitario y justo, que expongan al patriarcado y sus formas de operar. Está en todo ello en juego nuestra capacidad de anticiparnos a los opositores de un proyecto feminista que encontrarán por ejemplo, suficientes mujeres que en el mundo han ocupado posiciones de poder para hacer política convencional, sin enfoque feminista, que han reproducido las dinámicas patriarcales (léase Ángela Merkel, Marta Lucía Ramírez).

Anticiparnos implica, como bien se expuso en la Convención y en el Manifiesto, no perder de vista que la Paz, la vida, el cuidado y la justicia social son el fundamento de esta articulación. Anticiparnos implica pensar que hay muchos votos por conquistar, que personas que no se identifican como mujeres estarán por supuesto interesadxs en este proyecto, porque desde la perspectiva feminista abarcamos el interés general en su diversidad. Como feministas debemos tener absoluta claridad de que la discusión de país nos compete, que no se trata de ganar por ganar, que se trata de demostrar nuestra capacidad transformadora, de tener la claridad y la fuerza para no caer en las trampas de la política tradicional que nos convocan a aislarnos para defendernos y reproducir el status quo, en vez de articularnos para problematizar.

Mujeres de todas las razas, mujeres de todas las clases, mujeres de todos los territorios, mujeres cisgénero y mujeres trans, todas nosotras, para todxs nosotrxs. De allí nuestra potencia como feministas democráticas y diversas.

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